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Author: MRB
•18:29

Domingo 28 de diciembre

Luego de hacer una escala en Panamá, llegamos a Cartagena a las 9:53 p.m. Tal y como habíamos acordado, una compañía ajena al hotel llegó por nosotros y nos depositó en el Hotel Casa del Carretero.

Luis, un hombre bajo, negrito y con una sonrisa encantadora, nos llevó a nuestro dormitorio. ¡Oh sorpresa! no era como lo mostraba la internet. Este era un cuarto pequeñito, donde casi no se podía ni caminar; sin clóset para la ropa y con un baño lujoso y grande. Le pedimos a Luis nos mostrara las dos habitaciones restantes, y una de ellas cumplía mejor con nuestros requerimientos, a pesar de que el baño era feo, pequeño e incómodo.

Esta primera noche nos quedamos a dormir en el cuarto pequeño. Vimos en la lap top “Arráncame la vida”.

Lunes 29

Al despertar, mi gran sorpresa: me dice Guillermo que no había pegado los ojos en la noche, casi me muero del susto. Me explicó que el frío del aire acondicionado lo había hecho tiritar la noche entera y que la bulla de la calle también le había molestado. Pensamos que pasarnos al cuarto más grande era la solución.

Llegó Luis y Alicia (la muchacha cordial e inteligente que nos haría los desayunos y los dormitorios) y nos ayudaron a pasar nuestros tiliches a la nueva habitación. ¡Que diferencia! Tenía un armario-clóset, a pesar de que como dije, el baño era feo, pequeño e incómodo. 
Después del desayuno y con instrucciones de Alicia, nos encaminamos a la casa de cambio, la cual quedaba dentro de la Puerta del Reloj. Cambiamos $700, lo cual nos dejó en condición de millonarios ¡Un millón cuatrocientos mil y pico de pesos colombianos!

Con mapa en mano, nos dirigimos a la Plaza Bolívar donde tomamos fotos.  Nos encaminamos a la Plaza Santo Domingo donde nos sentamos a tomar unos cafecitos. El lugar me encantó, ya que amo los cafetines con sombrillas y al aire libre. A cada rato nos llegaban vendedores a ofrecernos algo; era incómodo, pues no nos permitía platicar con fluidez.
Después tomamos un taxi y nos dirigimos a Boca Grande. Al llegar entramos a un par de centros comerciales: horrorosos. Nos encaminamos a la playa, y caminamos sobre la arena a ver el mar. El calor era insoportable, por lo cual sólo estuvimos unos minutos.
Ahí mismo coincidimos en que la decisión de quedarnos en el centro histórico había sido la mejor. Los edificios a la par de la playa eran grandes, pero nada singular que no hubiéramos visto en Miami, Panamá o cualquier centro turístico frente a la playa. En cambio el centro histórico es único.

En seguida nos dirigimos a una peluquería que habíamos visto previo a entrar en la playa. Guillermo había tomado la decisión de cortarse el pelo.
Después de su cambio de look, fuimos a buscar donde comer. Vi por vez primera los famosos cafés Juan Valdez, pero no le puse coco. Cruzamos la calle y nos encontramos con otra cafetería que lucía muy bien y en efecto, la comida fue deliciosa. Hacía tanto calor, que nos quitamos los zapatos para comer.

Al regresar al hotel, con gran placer nos metimos a la piscina. ¡Que disfrute! El agua fría, ambos en calzonetas, sin gente alguna, platicando a la orilla de las gradas de la alberca. Luego nos salimos, platicamos y leímos en unos sofás de cemento con colchonetas de hule. Pusimos también el estéreo y pasamos un rato increíble.

Habíamos traído el mismo libro: El misterio de las coincidencias de Eduardo Zancolli, dispuestos a comentarlo y estudiarlo. ¡Grandísima idea la de Guillermo! No pudo dar con algo que me hiciera más feliz.

Martes 30

Caminando llegamos al Castillo de San Felipe. El sol estaba abrazador, era tanto, que me molestaba, pero quería pasar un buen momento y olvidarme de los inconvenientes climáticos. Contratamos a un guía para que nos explicara algo sobre el castillo y nos unimos a un grupo.
Entre las explicaciones y actividades, nos metimos dos veces a unos túneles encerrados que parecían laberintos. El primero era ancho, iluminado y con capacidad para que tres personas anduvieran juntas a lo ancho del pasillo, pero en el segunda nos advirtieron que las personas que padecieran de baja presión o que fueran claustrofóbicas, mejor no entraran. Casi me quedo fuera, padezco de ambas cosas. Guillermo me instó a seguir. Me decía “usted puede”. Al principio todo bien, pero en la medida que íbamos entrando más al túnel, el calor se puso más agudo, el pasillo era tan angosto que apenas daba para una persona por vez, y adelante y atrás había gente, por lo que era imposible retroceder o seguir para adelante con ritmo propio.

Sentí cosas extrañas, como que no podía respirar bien; el corazón me comenzó a latir, me volteé con Guillermo y le dije “ya me entró”, él me dio fuerzas, me dijo que siguiera y que no pasaría nada. Se me fue quitando de a pocos, pero fue una pequeña proeza de mi parte. Al salir, nos dijo el guía que ahí concluía la visita: sentí un enorme alivio, no sólo por la fea experiencia del túnel, sino porque el calor y la sed me estaban abrazando.

Guillermo quiso hacer un recorrido especial a pie, pasando por un puente. Lo seguí tomada de su mano, seguía con esa sed y ese calor insufrible. En una esquinita de una calle cualquiera, había un cafecito como los que me gustan: con sombrillitas y en plena calle. Nos sentamos un rato a tomar una bebida fría y refrescarnos del sol.

Nos encaminamos a pie al Hotel Santa Clara, en el mapa se veía grande y fuimos a buscar suerte. Llegando al Parque Centenario, ya perdidos, tomamos un taxi que nos llevó directo al hotel.

Sorpresa: un hotel grande, precioso, una piscina enorme, gran cantidad de dormitorios, un patio en medio y el comedor en los corredores.

Pasamos al lado de Carlos Fuentes y otros escritores latinoamericanos famosos, cuyos nombres no recordamos pero sí sus rostros. Hubiera querido tomarles fotos, pero sabía que no era educado. El almuerzo estuvo fenomenal.

Al salir, tomamos un cochecito arriado con caballo y nos dirigimos al Café del Mar. Subimos las gradas y llegamos a un lugar lleno de mesitas al aire libre, con una vista maravillosa hacia el mar.  Fue precioso ese estar, vimos la puesta del sol y tomamos algunas bebidas.


Al llegar al hotel, pusimos una película de Woody Allen y yo me quedé profundamente dormida a la mitad.

Miércoles 31

Bajé sola a desayunar. Guillermo no había dormido bien en las noches y quedamos en vernos en el área de la piscina. Me quedé dormida leyendo mi libro, creo que la vibra de Guillermo viéndome, me despertó. Fue lindo verlo frente a mí. Leímos un rato, pusimos el aire acondicionado, tomamos café y tés fríos, hasta que decidimos ir a almorzar.
Alicia nos recomendó tres lugares: La Casona del Socorro (comida colombiana), La Cocina del Socorro (internacional según ella) y Oh La La (comida francesa). Nos decidimos por La Cocina del Socorro, pero el menú era únicamente de carnes y mariscos, algo que nunca como, tomamos unas bebidas y nos fuimos a seguir probando suerte. Con aquella hambre que me demolía la panza, nos fuimos caminando hacia Oh La La, ya que en el camino vimos La Casona del Socorro y no nos llamó la atención. Oh La La estaba por cerrar, así que caminando nos fuimos de nuevo al Hotel Santa Clara. Llegamos cerca de las 4 p.m. y volvimos a comer exquisito.
Me había hecho una heridita en el pie que me ardía constantemente, así que Guillermo pidió un taxi, me llevaron al hotel y él se fue caminando a una tienda a comprar nuestras provisiones de fin de año que consistieron en galletas, jamón del diablo, salchichas, vino tinto y no recuerdo qué más.

Cuando Guillermo regresó al hotel, pusimos a Deepak Chopra, con Las 7 leyes espirituales del éxito, pero a menos de la mitad, nos quedamos profundamente dormidos. Cuando despertamos, Guillermo me dijo que prefería hacer un cambio de planes, el original era encaminarnos a eso de las 11 p.m. al mar, buscar un espacio íntimo y pasar ahí las 12. A Guillermo −después de pensarlo bien- se le hizo engorroso, cansado y hasta peligroso pensar en esa idea, así que me propuso pasarla solos en la piscina del hotel que quedaba en el tercer piso. A mí la idea no pudo hacerme más feliz.


Temprano, salimos a dar una vuelta a pie. En la plaza habían muchos carruajes con caballos, así que fuimos a dar una vuelta para respirar el ambiente de fiesta de Cartagena. El cochecito nos dio un city tour muy completo, algo trabado porque algunas calles las habían cerrado para hacer fiestas. Por doquier se sentía el ambiente festivo. Las niñas muy engalanadas con sus trajes de fiesta y buenos peinados y muchas familias reunidas al aire libre, tomando y comiendo.

Al bajar, pasamos por Hard Rock Café, y había un concierto con un grupo de cuatro músicos interpretando música gringa de los 70’s y 80’s. Nos encantó a ambos y nos quedamos en un grupo parados frente a ellos, hasta las 11:30 p.m. Fue muy excitante, ya que los intérpretes, sobre todo el de la guitarra acústica, como que estaba drogado, pero se contorsionaba y se le veía tal pasión al tocar, que daba gusto verlo. Por el otro, había mucha juventud, vendedores ambulantes con cervezas, aguas o lo que quisiéramos. Estuvimos escuchándolos como una hora.

Corrimos al hotel para preparar las cosas. Guillermo le pidió a Luis un par de copas, un plato, un destapador de vino, tenedores. Subimos al área de la piscina, pusimos música de nuestro gusto, encendimos una vela, abrimos la botella de vino tinto y las latitas.

Al llegar las 12 nos dimos un abrazo fuerte y prolongado. Las luces artificiales las veíamos desde la terraza, solos, sin distracciones, con el corazón abierto a darnos lo mejor.

Tomamos varias fotos, aunque a la mitad, la cámara se quedó sin baterías, y el cargador se nos arruinó.

Comimos, bebimos y luego comenzó Guillermo a contarme sus propósitos y metas para el año siguiente ¡Fueron increíbles! Luego le comenté las mías y tuve la impresión de que cada uno se sintió feliz e impresionado por las metas del otro. Seguimos platicando hasta las 2.30 a.m., nos fuimos a acostar con esa sensación de haber pasado un fin de año maravilloso, diferente y mágico.

Jueves 1 de Enero

Nos levantamos como a las 11 a.m. Pedimos desayunos y luego hicimos maletas. A la 1:30 p.m. llegaron por nosotros para llevarnos al aeropuerto.

Llegamos al mostrador de Copa y estaba cerrado. Pusimos nuestras maletas en la fila de valijas que había, creo que quedamos como terceros. Para evitar robos, nos fuimos a una tienda aledaña de discos y películas y salíamos a cada rato a velar por el equipaje.

Cuando llegó la hora (2.30 p.m.) nos fuimos a la fila. Nuestro vuelo salía a las 3:00 p.m., por lo que sentimos muy lento el arribo al avión. Cuando ya pasamos, me pararon para registrar mi maleta. Ahí la señorita me preguntó si íbamos en vuelo internacional a Panamá y le dije que no, que íbamos hacia Bogotá. Me dijo que ese no era el lugar, que teníamos que correr para llegar a tiempo a Aerolíneas Republic, que era de vuelos nacionales. Corrimos, las señoritas dieron orden de que nos esperaran, chequeamos, y luego junto a otra señorita que nos llevó al avión, volvimos literalmente a correr. Entramos apenas unos minutos antes de que cerraran la puerta y emprendiéramos el vuelo hacia Bogotá. Le comenté a Guillermo que lo que nos salvó fue haber estado entre las primeras filas.

El vuelo duró como una hora con diez minutos.

Llegamos a Bogotá a las 5:45 p.m. Ahí ya nos estaba esperando el señor de transporte que nos dirigió al Hotel Boutique Santa Fé. Al entrar a nuestra habitación, Guillermo puso cara de alegría. Me decía “hay clóset”. Me dio un gusto inmenso verlo tan feliz.

Fuimos a comer al restaurante y nos sentimos muy bien con el cambio de clima. Por la nochecita pusimos la película “El gran Cañón” y la dejamos a medias rendidos por el sueño (Yo había traído algunas películas, pues sabía que era una pasión de ambos).

Viernes 2 de Enero

Tomamos un taxi para ir al centro comercial Santa Fé. Ahí me metí a un salón a lavarme el pelo y planchármelo. Mientras, Guillermo se recorrió el centro comercial (me contó que era enorme) para conseguir un repuesto para el cargador de batería de la cámara que habíamos llevado.

Tomamos un café en Juan Valdez y luego, como no encontró Guillermo el repuesto, nos fuimos a Unilago al Centro Tecnológico a buscarlo. Ahí, después de dar muchas vueltas, nos dijeron que era un mal contacto del alambre y compramos otro. Asunto resuelto.

Ya con cámara en mano, nos dirigimos al centro histórico en taxi. Lo primero que hicimos fue buscar un lugar para almorzar. Dimos varias vueltas, ya que todo lo que había alrededor tenía mala pinta, hasta que llegamos a un restaurante que no se veía ni mal ni bien, y para nuestra sorpresa, la comida fue deliciosa.

Ya con los estómagos llenos, nos fuimos a la Plaza Bolívar. Ahí tomamos muchas fotos ya que el lugar merecía la pena caminarlo, verlo y fotografiarlo.


Tomamos camino hacia el Barrio de la Candelaria, pasamos por el Centro Gabriel García Márquez, pero no entramos. Llegamos al Museo Botero, donde tenían una exposición de grandes pintores, tales como Miró, Renoir, Picasso, Monet, Chagall, Loutrec, y otros.
El museo tenía exposiciones sobre numismática, antropología, museo de oro, pintores divididos por épocas, partiendo de los 50’s hasta nuestros días, esculturas modernas, hasta llegar a Botero. Lo disfrutamos mucho, principalmente sus esculturas, ya que sus pinturas, a pesar de ser muy buenas, no nos gusta su estilo.

 Al salir del museo nos dirigimos al Teatro Colón, al Hotel de la Opera. Luego Guillermo quiso llegar al Teatro La Candelaria que para él era significativo por su profesión. Dimos varias vueltas, nos perdimos y fuimos a parar, por pura sincronicidad, a la casa donde nació Vargas Vila. Digo sincronicidad, pues una noche antes había terminado su libro titulado “Aura o las Violetas” y justamente así decía la placa ¿No es increíble?

Por fin ubicamos el Teatro La Candelaria, estaba cerrado y por fuera no denotaba nada, una casa normal, común, corriente.

Cansados, tomamos un taxi rumbo al hotel. Antes de dormirnos le comenté a Guillermo que sólo él y Luis Felipe tenían la energía mayor que la mía, que me cansaba el ritmo de ambos y prometió bajar de revoluciones. Luego me dijo que él creía que a mí –tal como se lo había pintado en nuestras numerosas charlas- me gustaba la velocidad y no malgastar el tiempo. Se lo acepté, pero no supe bien que responder, pues tal vez obedecía más al pasado que al presente. ¿Será que me estoy volviendo vieja? A lo mejor. Pero lo bonito fue que a Guillermo le había sorprendido positivamente, ya que me comentó que había creído que no íbamos a tener tiempo ni para leer ni para conversar.

Sábado 3.

Por la mañana, caminamos al Café Juan Valdez que quedaba como a 4 cuadras del hotel. Ahí Guillermo comenzó su propia bitácora, misma que me está sirviendo en este momento para rememorar nuestros pasos. Sin su escrito, no me recordaría de nada. Tendremos dos versiones del mismo viaje.

De regreso al hotel descubrimos una librería esotérica y le pedí a Guillermo que entráramos (mi interés por lo esotérico data de los 80’s). Ahí vimos libros muy interesantes y como siempre, no pude evitar comprarme algunos de ellos con temas prometedores.

Regresamos a almorzar al hotel, como muchas veces, tardísimo. A mí para variar me dolía el estómago. En Guatemala soy tan rígida con mis horarios y comidas, que me estaba llevando el diablo de tanto desorden. Comí sin ninguna restricción ¡Y me encantó!

Después de una mini siesta de Guillermo, fuimos a Unicentro, un centro comercial a muy pocas cuadras del hotel. Ahí entramos primero a la librería Nacional y luego fuimos al cine a ver Australia, una película maravillosa que nos hizo salir con los ojos húmedos.
¿Se notan las libritas de más? ¡Claro que sí!

Domingo 4

Me levanté temprano y me fui sola a desayunar. Me llevé dos libros y leí para darle a tiempo a Guillermo a que se despertara. Creo que el cansancio acumulado de tanta noche sin dormir, lo hacía levantarse tarde por las mañanas. Yo no más veía la luz, me despertaba.

Tomamos un taxi y fuimos a la Zona Rosa. Entramos a un centro comercial a comprar los boletos para la película La Duquesa. Me asombró que en Bogotá se usa el comprar los tickets con anticipación para reservar espacio. Las butacas son numeradas y hay que elegir dónde sentarse. Hay un lugar prioritario con butacas más anchas.

Volvimos a entrar a la librería Nacional, sólo por ver. Había un enorme Juan Valdez en una de las esquinas del centro comercial, con sombrillitas y viendo hacia la calle. A esta altura, me había aficionado mucho al batido con arequipe y a al postre de chocolate y arequipe, así que ahí almorzamos. Mis pantalones me quedaban cada vez más apretados, pero como sé la voluntad de hierro que tengo, me consolaba diciéndome que al retorno volvería a mi dieta normal de siempre. Y en efecto, he bajado ya dos libras en dos días.

Después de almuerzo y para dar tiempo a las 4 p.m. hora de la película, dimos una vuelta por las cuadras de la Zona Rosa. Muy bonita por cierto. En la calle peatonal nos sentamos a platicar hasta las 3:45 en una banquita verde.

Al llegar al hotel, pedimos la cena a la habitación y pusimos otra película de Woody Allen que me mató de principio a fin de la risa. Hacía mucho no me carcajeaba de esa forma.

Lunes 5

Desayunamos en el cuarto y cuando mi malestar estomacal había pasado, nos fuimos al Juan Valdez cerca del hotel, donde Guillermo siguió poniéndose al día con la bitácora.

Almorzamos en el cuarto del hotel. Pedimos una bandeja paisa, pero nos dijeron que había que ordenarla con 24 horas de anticipación, así que la pedimos para el siguiente día.

Acabando de comer, nos fuimos a Unicentro a buscar otro Juan Valdez, a saborearnos otro café.

Terminando, nos fuimos en taxi a Monserrate. Pasamos por barrios que no habíamos conocido, por ejemplo el barrio Rosales, lleno de edificios y de vez en cuando casas. Un barrio bonito y elegante, todo construído sobre una montaña.

Me llamó la atención que en Bogotá, la mayoría de edificios los construyen en ladrillos rojos y todavía no averiguo el por qué.

Después de haber transitado un buen trecho sobre el eje transversal, llegamos a Monserrate, compramos los boletos, hicimos una fila y nos encaminamos al cerro en un funicular.

Al llegar al pico de la montaña, habían muchos adornos de luces navideñas, de ángeles, estrellas y otros motivos. Había una pequeña iglesia, pero nada especial. Muchos miradores, donde la vista hacia la ciudad era magnífica.

También una casa-restaurante que estaba cerrada. Tomamos muchísimas fotos, ya que el lugar lo ameritaba.





Martes 6

Volvimos a Unicentro, tomamos café en Juan Valdez, Habían muchas mesas con viejitos platicando. A Guillermo le gustó mucho esa costumbre colombiana, y comentó que en Guatemala los viejos se sentían solos y alienados y que esas reuniones, seguro que eran una costumbre muy sana.

Volvimos al hotel a disfrutarnos la famosa bandeja paisa. Yo me quedé con hambre, ya que el plato contenía mucha carne y el resto que era aguacate, arroz, frijoles, lo dividimos entre los dos. Nos fuimos entonces a conocer La Hacienda de Santa Bárbara, y buscamos otro Juan Valdez para que yo terminara de almorzar. 


Mmmmmhhhhhh

Volvimos al hotel, y proseguimos con el libro El misterio de las coincidencias de Zancolli, para luego cenar en el domitorio y ver una película con Salma Hayeck.

Miércoles 7

Hicimos las maletas, porque al día siguiente nos veníamos para Guatemala. Bajamos al bar del hotel, tomamos un café y nos pusimos al día con la bitácora. Hablamos como una hora sobre los diferentes sistemas políticos. Fuimos a almorzar a la Zona Rosa, compramos previamente boletos para el cine de las 3:00 p.m. y acudimos puntualmente a ver una película francesa “Una mujer partida en dos”, ciertamente muy buena.
A la salida ya estaba oscuro; tomamos varias fotos para quedarnos con los recuerdos de nuestra última noche en Bogotá.  Al retorno al hotel, volvimos a poner otra película de Woody Allen, que resultó divertida, pero nunca como la anterior.
 
Había un olor horroroso a gas, tal parece que el hotel estaba en mantenimiento. Me bañé y Guillermo me alcanzó para desayunar. Al volver al cuarto, terminamos de hacer las maletas. Le presté una mochila a Guillermo para que metiera unos libros de teatro que compró y su chumpa gruesa.

A la 1:30 llegó el señor que nos llevaría al aeropuerto. Había comido tanto en el viaje, que Guillermo por bromear me enseñó a una señora obesa y me dijo que así me iba a poner si seguía dándome tantos gustitos.

Salimos a las 4:16 con destino a Panamá para hacer nuestra conexión a Guatemala. Al llegar, sólo nos dio tiempo de tomar unos cafecitos y emprendimos el vuelo.

RESEÑA HISTÓRICA DE CARTAGENA

El centro histórico de Cartagena ha permanecido casi intocado. Está lleno de plazas, tiene una arquitectura colonial y está rodeada de una muralla que abarca 4 kms.

Fue fundada en 1533 por Pedro de Heredia, español. Su ubicación geográfica, sus bahías y lagunas, resultaron ideales para defenderse por mar y tierra de los numerosos ataques de piratas y enemigos de la corona española. Se convirtió en el puerto más importante de América donde partían galeones cargados de fabulosas riquezas hacia España. Las murallas también separaban a la población pobre de la rica. Los pobres sólo entraban para trabajar en las grandes mansiones, y por las noches, tenían que retornar a su barrio.

Se convirtió en el puerto español más importante del Nuevo Mundo. Existió una población indígena llamada Calamarí. Aseguran que fue Colón quien le puso el nombre de Cartagena, sin embargo, parece que nunca se detuvo en este territorio.

En 1552, hubo un incendio que la redujo a cenizas. Al reconstruírse, se dieron instrucciones de que sólo podían emplearse materiales como la piedra, los ladrillos, el calicanto y las tejas. Por eso mismo fue llamada Corralito de Piedra.

Las murallas se levantaron en 1614. Con el tiempo hubo de reforzarlas, ya que el mar y los ataques de los corsarios, las debilitaron Más tarde se construiría el Castillo de San Felipe, como medida de seguridad, ya que tuvo numerosos ataques y saqueos.

En 1821 Simón Bolívar la liberó de los españoles y por eso mismo la llamaron “La ciudad heróica” o “La heróica”.

Cartagena tiene mucho comercio. Se han formado tres barrios bien diferenciados: el que hoy llaman el Centro, habitado por gentes de alcurnia, y generalmente tienen uno, dos, o tres pisos. El barrio de San Diego alberga artesanos, militares y personas de medianos recursos y el sector de Getsemaní, donde viven gentes de estrato popular, separados de los barrios anteriores por una muralla.

La entrada principal para acceder a la ciudad es La Puerta y Torre del Reloj que da paso a la Plaza de los Coches, donde antiguamente se efectuaba el mercado de los esclavos traídos de África. Actualmente, se reúnen los carruajes de caballos que realizan paseos por el centro histórico, los cuales tienen mucho encanto al atardecer.

Lugares a mencionar son: el Portal de los Dulces, la Plaza de la Aduana, la Casa del Marqués de Premio Real, el edificio de la Alcaldía, el Museo de Arte Moderno, el Monasterio de San Pedro Claver, el Castillo de San Felipe, el Museo Naval, −donde se encuentra la Oficina del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias−, el Convento de Santa Teresa, la Calle de las Damas, la Cámara de Comercio, la Calle de Baloco, la Escuela Superior de Hotelería de Cartagena de Indias, la Plaza Santo Domingo, el Convento Santo Domingo, la Casa del Marqués de Valdehoyos, el Palacio de Justicia, el Teatro Heredia, el Parque Bolívar, el Palacio de la Inquisición, el Museo Histórico de Cartagena, el Museo de Oro y Arqueología, la Casa de España, la Universidad de Cartagena, la Casa Bolívar, el Convento de Santa Clara y el de San Diego, el Monumento a la India Catalina, entre otros.

En el siglo XX aumentó su población, se convirtió en una ciudad turística y moderna. Se amplía hacia Boca Grande, donde se asentaron los grandes hoteles frente al mar.

En 1959, la ciudad de Cartagena fue nombrada Patrimonio Nacional de Colombia, motivo por el cual, le siguieron varios trabajos de restauración que le han devuelto su esplendor. Ese esfuerzo fue reconocido por la Unesco, quien la consagró Patrimonio de la Humanidad.

BREVE RESEÑA DE BOGOTÁ

“Bogotá es un centro de sensaciones donde se puede contemplar una hermosa puesta de sol en su preciosa sabana mientras se disfruta de un riquísimo café colombiano, con la sonrisa y atención de personas amables siempre al servicio de los visitantes con frases tales como Señor o Señora, ¿en que le puedo servir? y siempre respondiendo con mucho gusto”.

La ciudad se encuentra custodiada por dos grandes cerros: Monserrate y Guadalupe, que son visitados diariamente por peregrinos que quieren agradecer y pedir favores al “Señor Caído”, sobre todo en Monserrate.

La ciudad colonial tiene sus orígenes en el barrio de la Candelaria, cuyas calles son angostas, casas con patios con zaguanes, piletas, cocinas grandes, tejados y alerones de estilo republicano. En este barrio se concentran artistas, bohemios, escritores, pintores y personas que quieren visitar sus museos, teatros o restaurantes. Aquí se pueden encontrar artesanías, esmeraldas, platería y textiles, así como monumentos arquitectónicos y coloniales.

La Plaza Bolívar es un lugar muy frecuentado por los bogotanos. Ahí se concentran diversas generaciones, tanto un universitario como un ejecutivo o ancianos que llegan a rememorar los viejos tiempos.

Entre sus principales atracciones están: el barrio de La Candelaria, la Plaza de Bolívar, la Catedral Primada, la Iglesia de La Candelaria, la Plaza de Toros de Santamaría, el Edificio Torre Colpatria, Monserrate, el cerro Guadalupe, el Chorro de Quevedo, la Casa Bolívar, el Parque Santander, el barrio de Usaquén, el Centro Comercial Santa Bárbara, el barrio Chapinero, el Teatro Colón, el Museo Botero, la iglesia de San Francisco, el Parque Central Bavaria, el Museo Nacional, el Museo del Oro, el Parque Metropolitano Simón Bolívar, la Zona Rosa, el Centro Cultural Gabriel García Márquez, el Teatro Faenza, Maloka, entre otros. En el poblado de Zicapirá, está la famosa Catedral de Sal.

Se dice que Colombia es la cuna del libro.
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13 comentarios:

On 22 de marzo de 2010, 22:09 , Conversaciones de todo dijo...

Esta muy interesante tu viajes Shanty.
yo también soy vendedr, Shanty mi hermano tiene un parmento, en Panama.

 
On 23 de marzo de 2010, 13:09 , Belkis dijo...

Gracias Shanty por permitirnos viajar contigo a tantos lugares maravillosos. Que envidia sana me das. Viajar es una de las cosas que mas me gusta en el mundo. Un abrazo muy grande

 
On 14 de abril de 2010, 22:52 , Phivos Nicolaides dijo...

Su blog es hermoso. I like it! No he estado todavía en su hermoso país. Espero que un día a visitarla. Si te gusta viajar por favor vea mi blog de viaje que está en Inglés y en griego aquí!

 
On 1 de mayo de 2010, 17:02 , Campanita de BarZaires dijo...

Hola Santy, perdona la tardanza en venir y gracias por haber estado ahi pese a mi ausencia,no he podido atender el blog durante un buen tiempo, espero ahora poder llevarlo mejor es muy bonito tu espacio...bueno tus espacios.
En uno de tus comentarios, me pedías tangos, y donde los podías conseguir, bueno en DEEzer que es el aparatito musical que yo tengo ahi puedes encontrar un montón, pero para poder seleccionar mejor, hay una pag. que se llama todotango.com, es una pag. de tango y ahi puedes escuchar todos los tango que tu quieras, lo puedes ver por orden alfabético, en fin, luego que encuentres lo que te guste, en taringa te los puedes bajar ya que ahi se encuentra mucha cosa,¡¡¡son tantos!! hay tantas orquestas y músicos buenisimos, D'Arienzo, pugliese, Troilo, D'Angelis, mira esa pag. que es muy buena, y si necesitas cualquier cosa me lo dices.
Besitos y gracias siempre por dejar tus huella.

 
On 26 de noviembre de 2010, 9:06 , Phivos Nicolaides dijo...

Hola querida amiga Santy. Te mando un cariñoso saludo. Felipe

 
On 28 de febrero de 2011, 3:27 , Mónica dijo...

hola!! tanto tiempo, que viajera estás! me alegro... te veo feliz.

bsss

 
On 14 de agosto de 2011, 18:01 , David Cotos dijo...

que chévere, yo también quiero conocer Colombia.

 
On 31 de marzo de 2012, 4:23 , Unknown dijo...

Shanty, amiga de sempre!

As minhas palavras: os meus poemas são do mundo! O meu coração ama livremente o Universo e que seja de AMOR!

Amo tanta coisa na vida: essencialmente a minha vida para que possa viver e amar tudo o que me rodeia...O amor que sinto é por demais importante em tudo o que faço em cada novo dia...

Cada pessoa que conheço, mesmo que seja na net e por isso são amizades virtuais que amo eternamente...

Shanty! Quando faço uma visita aos conteúdos dos meus blogs e geralmente te encontro por cá...Fico feliz! O teu rosto bonito é o rosto que fala a minha poesia e que está exposto no meu coração...

És uma amiga que ficará firme e gravado para sempre no meu Mundo...

Que sejas hoje e sempre FELIZ!

FELIZ PÁSCOA! Com muita saúde e tudo do melhor...

Do Porto-Portugal...

Bjnhs do ZezinhoMota

 
On 5 de abril de 2014, 17:30 , Unknown dijo...

Soy tu mosca en la pared, he reído contigo! Gracias por compartir tus viajes!

 
On 7 de abril de 2014, 14:55 , Gabriel Trejos Duque dijo...

saludos Shanty ... me alegra mucho que hays disfrutado de este viaje maravilloso por las tierras Colombianas... te falto el el Eje cafetero ... otra maravilla verde... para una proxima aventura... :) saludos desde las tierras esmeralda :) att: Trejos
http://www.trejoscomics.blogspot.com/
“Es mejor tener honor y dignidad que vivir como un parasito del éxito de otros”. Luis Gabriel Trejos Duque.

 
On 26 de octubre de 2018, 9:59 , Unknown dijo...

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